GLASS KEY, THE (1935)

Títulos en español:
- LLAVE DE CRISTAL, LA (Argentina)
- LLAVE DE CRISTAL, LA (España)

Dirigida por:
Frank Tuttle
Protagonizada por:
George Raft
Edward Arnold
Claire Dodd
Rosalind Keith
Charles Richman
Estudios: Paramount (Prod.-Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 15 de Junio de 1935
Duración: 80'
Género: Intriga

Títulos alternativos:
- CLÉ DE VERRE, LA (Francia)

Reseña crítica:  El detrás de escena del mundo de la política, lindante con la matonería, los ilícitos y las negociaciones turbias son el eje de este auténtico pre noir. Paul Madvig (Edward Arnold) ha sido virtual dueño político de la ciudad durante una década y, mientras vislumbra su apoyo al senador Henry (Charles Richman), comienza a dar la espalda a sus antiguos contactos del hampa. Uno de estos elementos, Shad O'Rory (Robert Gleckler), se encoleriza por el cierre de su club nocturno y trata de arruinar a su antiguo benefactor. El hijo del senador, Taylor (un joven Ray Milland), además de ser novio de la hija de Madvig, Opal (Rosalind Keith), es un jugador compulsivo y su principal acreedor es el temible Shad. Una noche, el leal guardaespaldas de Madvig, Ed Beaumont (George Raft, en un rol a su medida), descubre el cadáver de Taylor en plena calle. Encontrando el mango de un bastón que incrimina a su amigo, Beaumont se propone descubrir al asesino. Por su parte, Shad se pone en tratos con un periódico al que proporciona un falso testigo (Harry Tyler) que vincula la muerte de Taylor con Madvig. ¿Podrá Beaumont desentrañar el crimen? ¿Qué pasará si descubre aquello que no desea saber? Hay tres secuencias fundamentales que fortifican esta magnética trama: Raft caminando por la noche y topándose con el cadáver de Ray Milland; Raft secuestrado y torturado por un matón de Shad (el grandulón Guinn Williams, nunca tan amenazador); y Raft mudo testigo del ajuste de cuentas entre guardaespaldas y patrón (Williams y Glecker) mientras una lámpara se balancea de un lado a otro en un cuartucho sórdido. El suspenso de la violencia en lugares exigüos, la intriga por descubrir al asesino y las connotaciones socio-políticas de lo que es simplemente una historia ficticia pero de la que no es difícil trazar líneas de contacto con la realidad cotidiana son algunas de las virtudes que ofrece la realización. Y, por sobre todo, los filosos diálogos que irrigan nervio y vida al relato:  
  Madvig (refiriéndose a un pillo que se ofende porque el favor que solicita no puede serle concedido): "No tienen cerebro".  
  Beaumont: "Tienen votos".  
  Tras repasar el sinfín de modificaciones que el comité Hays solicitó al departamento creativo de la Paramount durante los varios años de preproducción y elaboración del guión, nos preguntamos si el remover tantas referencias y detalles puntuales habrá beneficiado al film: que no puede haber insinuación de corrupción en reparticiones municipales o estatales; que no puede haber conexiones entre Madvig y garitos de juego; que el político no debía mostrarse con vinculaciones definidas con criminales; que no se mostrara ninguno de los embates de la brutal golpiza a George Raft (con lo cual, se escucha la paliza pero no se ve ningún golpe); que se reemplazara la palabra "massacrist" del matón aludiendo al supuesto gusto de Beaumont por ser golpeado, debido a que el término insinua algun tipo de perversión sexual (sin embargo, en una escena Shad le ordena, figuradamente, al torturador que siga su faena: "Enfermera, nuestro paciente necesita otro masaje"); que no hubiera ningún diálogo que sugiera que las autoridades policiales recibieran o acataran órdenes de un jefe político. Evitando estos y otros detalles sensacionalistas, el film posee una fuerza y una convicción narrativa como no se veía desde los primeros films de gángsters de la década (que no afrontaron una censura tan meticulosa). La indiscutible vigencia de la obra de Dashiell Hammett, de cuyas novelas se realizaron versiones en la década del '30 y también en la del '40, se manifiesta a través del valor cinematográfico de estas películas, estando esta versión a la misma altura que la más famosa de Alan Ladd (El Hombre que Supo Perder / La Llave de Cristal-1942). [Cinefania.com]
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