Reseña crítica: En idéntica línea de GAWI (2000), aquí nuevamente el realizador Ahn Byeong-Ki nos plantea una historia aparentemente original, pero que transita realmente caminos conocidos para el aficionado al cine oriental: la colegiala que realiza juegos de espíritus (aquí con el fin de defenderse de la presión de sus compañeras, que la consideran un freak); la niña que es odiada por todo el pueblo y es forzada a la autodestrucción; el fantasma vengativo que comienza a hacer víctimas a todo el reparto; el espectro que sale desde una bolsa de desperdicio (en el cine coreano hemos visto espectros salir de un aparato de televisión, de charcos de agua, de espejos...). La historia se inicia con un trío de colegialas que, a través de ingenuo ritual cercano a la ouija, convocan al espíritu de una ex alumna fallecida 30 años atrás en circunstancias poco claras. A partir de ese momento, la protagonista (Lee Se-Eun) es poseída por el espíritu de la olvidada Kim In-Suk (Lee Yu-Ri). Al mismo tiempo los cadáveres de las compañeras que maltraban a estas jóvenes, comienzan a ser encontrados con bolsas de nylon en la cabeza y la cara quemada, luego de suicidarse encendiéndose. El rutinario misterio tendrá algunas vueltas de tuerca interesantes, un tratamiento visual soberbio y algunas escenas de gran crueldad, que elevan un poco el producto final. [Cinefania.com]
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