ABALLAY, EL HOMBRE SIN MIEDO (2010)

Dirigida por:
Fernando Spiner
Protagonizada por:
Pablo Cedrón
Nazareno Casero
Claudio Rissi
Moro Anghileri
Luis Ziembrowski
Estudios: Boya Films (Prod.) Energía Entusiasta (Distr.)
País: Argentina
Estreno: 23 de Junio de 2011
Duración: 100'
Género: Western

Reseña crítica:  Aballay (Pablo Cedrón) es jefe de una partida de gauchos renegados que vive del vandalismo. En una de sus incursiones asalta una diligencia que transporta a dos pasajeros y un niño llamado Julián que, oculto bajo el asiento, es mudo testigo del asesinato de su padre. Aballay descubre al niño pero, por alguna razón, no lo mata. Un secuaz, “El Muerto” (Claudio Rissi), se rebela y deja estacado a Aballay para que muera por inanición. Los hermanos “estilitas”, liderados por un prelado español (Gabriel Goity), le explican que el camino de la santidad es la penitencia y es así como Aballay decide no bajarse nunca más del caballo, salvo por cuestiones “especiales” (Aballay, el cuento original de Antonio Di Benedetto, las aclara diciendo que “no concebía penitentes a tal punto severos que se prohibieran descender a tierra por tan justificada razón”). Pasan diez años, el niño crece y se convierte en hombre (Nazareno Casero) y como tal se enamora de Juana (Moro Anghileri), que ha sido vendida como esposa al Muerto. ¿Podrá el muchacho vengarse de los forajidos que mataron a su padre y rescatar a Juana, teniendo en cuenta que El Muerto es ahora el más terrible bandido del Tucumán y que Aballay se ha convertido en un ser casi mítico que está en los rezos del pueblo?  
  El realizador Fernando Spiner capta el majestuoso paisaje de la provincia de Tucumán y ofrece cuadros propios del western norteamericano que, traducido a la Argentina, debería ser clasificado genéricamente como un northern argentino. Como tal, parecería estar signado por la constante presencia de símbolos religiosos, las acertadas caracterizaciones y acentos de los personajes, una atmósfera cercana a la épica de algunos spaghetti italianos y el acervo netamente argentino (es decir, resultante del crisol que representan la inmigración ítalo-española y el elemento originario). Tal acervo, que creemos es lo más valioso del film, se percibe por encima de algunos problemas de lógica interna en la trama o bien excesos en los trucos de sangre (en una búsqueda de evocar el estilo de Sam Peckinpah). Como ejemplo recordar la simpleza y fuerza de la secuencia en que Aballay decapita al gallo de riña del Muerto para apurar su partida de una pulpería frente a la complejidad forzada del duelo entre Aballay y Julián contra el Muerto y sus esbirros. [Cinefania.com]
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