AL-FARIS AL-ASWAS (1954)

Dirigida por:
Niazi Mostafa
País: Egipto
Género: Western

Reseña Cinefania.com

Reseña crítica: Reunir en un solo film slapstick, canciones, peleas, tiroteos, cabalgatas y romance y pretender que haya una historia que una todo es algo que Hollywood aprendió y enseñó a través del western y, especialmente, del serial. Y como evidencia de los alcances de estas influencias podríamos ofrecer una rareza egipcia titulada AL-FARIS AL-ASWAS cuya agresiva heroína enmascarada es una perfecta excusa para incorporar a la legión extranjera del weird western.
Nuestra heroína es la olvidada Kouka, cuyo protagonismo es explicado por ser la esposa en la vida real del director Niazi Mosfata. Kouka encarna a una artista circense especializada en saltos y pruebas de fuerza que debe huir tras la muerte de su madre. Hostigada por un galán de bigote fino y machismo a punta de turbante (Farid Shawqi, el Cesar Romero del Nilo), a la primera de cambio lo corre a los tiros. Tengamos en cuenta que para la idiosincracia egipcia del siglo XX no se espera que la mujer tenga un rol muy destacado y menos que haga cosas reservadas a los varones. En este caso, Kouka buscará vengarse del villano y para eso se mete en una especie de sótano de donde emerge ya disfrazada con el atuendo de pistolero enmascarado. El único testigo de su secreto es el diminuto comic relief del film, un intérprete cuyo nombre desconocemos pero que es idéntico al Pato Carret. Hay un jeque, una pretenciosa hija de pómulos redondeados y un galán romántico (Yehia Chahine) que será el elegido por la heroína. Kouka no se amilana ante nada: a los soldados enemigos los golpea con un palo o con la culata de un rifle pero también los vence a las manos. Y cuando es menester, los perfora a balazos. Algunas canciones y números de danza salpimentan la acción, uno de ellos cantado por la propia Kouka con el Pato Carret acompañándola en flauta traversa. Habrá un entremés ambiguo entre Kouka y la princesa regordeta que, desconocedora de su identidad, cree que es un varón.
Tras incidencias incontables –no solo por numerosas sino también por que nuestra versión está en idioma original, sin subtítulos de ninguna especie– se arma una batahola padre entre los esbirros de Farid y las huestes del jeque. La heroína dispara, espadea y pelea a los manotazos o patadas y la victoria es para los buenos. El villano es embromado y, como broche de oro, la chica se quita la máscara frente a todos. Como consecuencia, el jeque queda con la boca abierta tanto tiempo que su esposa se la tiene que cerrar manualmente. El beso entre Kouka y el príncipe dictamina el final de una catarata de incidencias a ritmo endiablado, con interiores y exteriores; acción y canciones; violencia y romance en armoniosa y equilibrada dosis. [Cinefania.com]
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