Reseña crítica: Exotismo, drama, romance, crítica social y racial, todo esto y más tiene este OPIUM del poco conocido Robert Reinert. El profesor Gesellius (Eduard Von Winterstein) marcha a la China y conoce a la dulce Sin (Sybill Morel), hija de un aventurero británico y la esposa de un chino vengativo (Werner Krauss, notable caracterización) que asesinó a su esposa y vivió torturando a la niña, convirtiéndola en una esclava de su fumadero de opio (sí, los argumentistas de los films de Lon Chaney tomaron nota de estas originales ideas). Tras maniobras arriesgadas, Gesellius rescata a la dulce inocente y la lleva consigo a la Civilización, donde es recibida con (comprensible) frialdad por la esposa de Gesellius, Maria (Hanna Ralph). Rebautizándola "Magdalena" (ya que "Sin" suena muy pecaminoso), la emplea como enfermera de su centro de salud en el que ocurren un par de dramas: el brillante y leal Dr. Armstrong (Conrad Veidt, en un afectado rol secundario), que admira profundamente a Gesellius, se siente perseguido por la culpa al mantener un affaire amoroso con Maria. A todo esto, el padre de Armstrong (Friedrich Kühne) regresa luego de 17 años de travesía opiácea en Oriente y además de revelarse como adicto incurable que ruega el tratamiento de Gesellius, resulta ser el prófugo padre de Magdalena. Hay un conflicto; Armstrong Jr sale a cabalgar y sufre una caída accidental. En un ensueño narcótico, Gesellius imagina que estrangula al joven galeno y oculta el cadáver. Al despertar se da cuenta que Armstrong realmente ha fallecido: ¿fue asesinado o se inmoló a si mismo? La angustia y la culpa llevan al protagonista de nuevo a Oriente, esta vez a la India, donde le gobierno le solicita una mano para contener el avance del Opio y, claro, es seguido por la dulce Magdalena, silenciosamente enamorada de él. Las secuencias de aventuras y lo delirios del opio ofrecen modestas pero dignas puestas en escena así como el desenlace del nudo narrativo, por momentos tendiendo al melodrama desaforado pero manteniendo significativas dosis de gran cine que, a la postre, constituyen una combinación de elementos que permiten a un film casi olvidado de 1919 mantener un equilibrado interés tanto argumental como arqueológico. [Cinefania.com]
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