Reseña crítica: El caso de HAND OF DEATH es el de esos films que, sin haberse perdido o destruído, no estuvieron disponibles durante mucho tiempo, especialmente en la época en que se escribió gran parte de la teoría del cine de culto. Una trasnoche del 2002, el canal de cable Fox lo emitió sin mayores anuncios o prolegómenos. Más tarde AMC lo reprisó con tanda publicitaria y desde ese momento HAND OF DEATH regresó al mundo de los vivos, de los aficionados al cine de culto y clase B. La trama es un muestrario de lugares comunes del sub-género de "científico loco que experimenta con ciencia loca, va más allá de los límites y se convierte en un monstruo". Un cartero paleto (Norman Burton) llega a un laboratorio y se desvanece antes de tocar la puerta. En la misma parcela hay varias ovejas fulminadas. ¿Qué sucedió? El científico Alex March (John Agar, a esta altura, paladín del género) y su asistente (John A. Alonzo) lo cuidan hasta que despierta y se restablece. Antes de retirarse, el científico comprueba que el cartero ha quedado susceptible a sugestiones, por no decir sumiso. En un claro error de método científico (no comprobaron si ya de antemano el cartero no era fácilmente dominable), el protagonista cree descubrir una potencial arma secreta: el gas paralizador-persuasor, que podría decidir el curso de la actual amenaza nuclear. Comenta el hallazgo a su prometida (Paula Raymond) y un colega (Stephen Dunne), pero el viejo académico que lo patrocina (Roy Gordon) no está muy entusiasmado con un arma que paraliza, ya que él mismo está confinado a una silla de ruedas. Al otro día March, agotado, se echa un sueñito en la mesa de experimentos e involuntariamente vuelca un matraz. Al querer limpiar, el líquido entra en contacto con su mano y se desmaya. Un theremín aulla como loco al ritmo de unos endiablados bongoes, nubes de humo se traslucen frente a la pantalla y el protagonista sueña con pipetas, probetas y roedores. Esto no es lo peor. Horas después, ya recobrado, llega su asistente y al tocarlo involuntariamente, lo mata. ¿Será esa el arma fulminante tanto tiempo buscada? En su huída, March se convierte en un auténtico monstruo. ¿Qué calificativo cabe a un tipo que es capaz de asesinar a un encargado de gasolinería con las maneras del chiflado Joe Besser? Por supuesto habrá más víctimas y cada una, queda convertida en monstruo. A medida que pasa el tiempo, la piel de March se va oscureciendo, hinchando y agrietando, hasta convertirse en un deforme muy similar a lo que más tarde sería Ben Grimm, "la Cosa" de los famosos "4 Fantásticos" de los cómics (pero muy similar a algunos monstruos que Jack Kirby venía dibujando desde años atrás). Disponiendo de una hora por reloj, el director debutante (el actor Gene Nelson) imprime un ritmo dinámico y práctico, respaldado por un digno acompañamiento musical. Los diálogos son de relleno, los personajes superficiales y la trama misma, una excusa para dos o tres escenas medianamente interesantes y, sobre todo, breves, como el sorpresivo encuentro del Dr. Ramsey con March, el monstruo ingresando a un taxi o un niño curioso (Butch Patrick, mucho antes de la serie THE MUNSTERS) que se acerca peligrosamente. Recapitulando, un film con un ex-Chiflado que muere horriblemente, un futuro "munster" que casi muere, un monstruo similar a Ben Grimm y un theremín de fondo no puede ser malo. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com: