Reseña crítica: Un joven (Tony Isbert) es testigo de un infausto accidente vial por el que su prometida pierde la vida. En un intento de rechazar la realidad, el joven se queda ciego. Tiempo después una chica paralítica (Maribel Martín) es conducida a una clínica especial en la que diversos pacientes con problemas graves (entre los que se cuentan el joven protagonista) reciben novedosos tratamientos que, según se comenta, pueden llegar a curar o restablecerse en gran medida de sus problemas. La clínica está dirigida por un tal Dr. Bustos (Narciso Ibáñez Menta, en su faz de Mad Doctor), quien explica a su joven paciente que es probable que el motivo de la parálisis no esté en las piernas sino en la mente, y que tenga un motivo psicosomático. Bustos es asistido por dos médicos (Henry Gregor, también productor de la película, y Mónica Randall), que son amantes entre sí. Por supuesto, la trama no tarda mucho en mostrarnos ciertos manejos oscuros entre Bustos y sus socios. Y también se nos explica, a través de la prédica de Bustos, que el tratamiento que posibilita que los mudos hablen, los ciegos vean, y los paralíticos vuelvan a caminar, es la denominada "terror-terapia", que consiste en someter al paciente a un fuerte golpe de terror, luego del cual su sistema nervioso puede reaccionar de manera inesperada, una de las cuales consiste en reparar los sentidos dañados. Por supuesto, esta terror-terapia incluye el asesinato (en aras de la ciencia) de algún que otro paciente, pero en general, los dos jóvenes protagonistas van experimentando progresos en sus dolencias, a la par que investigan los extraños manejos de Bustos y sus secuaces. Por momentos, la trama cae en situaciones cuyos personajes deben realizar grandes esfuerzos en hacer creíbles. A pesar de algunas declamaciones del gran Narciso, ciertos desnudos innecesarios (pero agradecidos) de Mónica Randall, y que se llega a crear una ténue brisa de intriga sobre el misterio de la clínica, la película no supera el planteamiento previsible y se discurre por las mismas vertientes que otras películas de clase B del ciclo llamado "fantaterror español". La autoría sobre el guión de Luis Murillo explica algunas coincidencias con el ciclo televisivo de la TV argentina EL PULPO NEGRO (1985), especialmente el exceso de llamados telefónicos y un desenlace con sorpresa automotriz. [Cinefania.com]
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