BOOT HILL BANDITS (1942)

Dirigida por:
S. Roy Luby
Protagonizada por:
Ray Corrigan
John King
Max Terhune
Elmer
Jean Brooks
Estudios: Monogram (Prod.-Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 24 de Abril de 1942
Duración: 58'
Series: Range Busters (filmografía)
Género: Western

Reseña crítica:  En el preparativo de un duelo vemos a Ray Corrigan sentándose a esperar en un recodo del saloon. Entran dos hampones y se produce una balacera a quemarropa de la que el realizador solo nos muestra el primer disparo. Luego, la acción pasa al exterior con varios personajes escuchando los tiros y observando, inmóviles, las puertas giratorias del establecimiento. Por unos segundos no pasa nada. Luego sale el villano, que se prende una cerilla y se dispone a fumar, en aparente victoria. Al instante, sus rodillas se doblegan y cae al polvoriento suelo. Auténtico triunfador, Corrigan surge tras de él cargando en una mano al otro hampón muerto. Descripto, parecería cualquier western moderno de los sesenta o setenta, pero se trata de uno filmado en 1942. BOOT HILL BANDITS es uno de esos westerns adelantados a su tiempo, en que confluyen el grotesco, el cuestionamiento del orden establecido y la estilización de la violencia que más tarde desarrollarían grandes directores.  
  En el pueblo de Sundance el crimen está enquistado a niveles insospechados. Ni bien llegar, Crash es retado a duelo por un antiguo enemigo, el temible Mesquite Kid (I. Stanford Jolley, en caracterización de gélido killer). Liquidado ese problema, se pone a trabajar para prevenir el robo de las diligencias, cuyo botín reparte el dueño del saloon, Brand (John Merton, el típico villano clase B). Mientras Dusty y Alibi aguardan la llegada del vehículo que trae la paga, Crash intercepta una carreta desbocada en cuyo interior hay un barril de dinamita a punto caramelo. Hay una explosión diegética y Crash desaparece de la trama durante un rollo. Entra Glenn Strange como un villano tarumba, con fuerza sobrehumana y el rostro surcado por una temible cicatriz. En dos o tres escenas se hace notar, torciendo con la mano una herradura o liquidando a un hampón para apoderarse de un botín. Reaparece Crash que, chamuscado y con los bíceps al aire, arrincona al rufián y provoca su caída de un precipicio. Aparece también una cantante de saloon (Jean Brooks, recién liberada de Universal –donde estuvo años bajo el nombre artístico de “Jeanne Kelly”– y antes de firmar el contrato con RKO que le permitiría interpretar dos films de terror hoy clásicos y una media docena de noirs de serie B). En tanto que los malos secuestran a la chica y Alibi, Dusty captura a Brand y, junto con el sheriff, lo fuerza a confesar quien es el cerebro de la banda: ni más ni menos que el alcalde del pueblo (Budd Buster), que hasta ese momento se mostraba como un personaje pintoresco e inocentón. La confrontación final ocurre en el sempiterno saloon donde un simple disparo pone las cosas en su lugar.  
  Inusitadamente violenta y plena de acción, en especial peleas a puño limpio, esta aventura de los Range Busters ofrece una especie de petit desfile de supervillanos mereciendo nuestra atención por la presencia de Glenn Strange que, antes de su monstruo en HOUSE OF FRANKENSTEIN (La guarida de Frankenstein-1944), antes de su gigante en THE MONSTER MAKER (Arg: El fabricante de monstruos-1944), e incluso poco antes de su jardinero lobo en THE MAD MONSTER (El monstruo siniestro-1942), ya probaba caracterizaciones monstruosas como la de este violento y gruñiente tarumba. [Cinefania.com]
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