Reseña crítica: Cada cual atiende su juego. Maigret y su fiel Lucas (Albert Préjean y el robusto Gabriello) están tras la pista de unos falsificadores. Cécile Pardon (Santa Relli) es una chica que de vez en cuando aparece en la comisaría para quejarse que por las noches en su casa hay ruidos raros y un inexplicable aroma a tabaco. La tía de Cécile, la avinagrada Mme. Boynet (Germaine Kerjean), confinada a una silla de ruedas, desconfía de su sobrina a quien maltrata y mandonea. El hermano de Cécile, Gérard (André Reybaz), está desesperado por las deudas y, con familia para atender, pide a su hermana que interceda con la tía para que le preste 10 mil francos. ¡Pero imagínense la reacción de la tacaña anciana - que le hace problema a su sobrina porque la zanahoria le costó tres francos - cuando se entere que el angustiado sobrino necesita tanto dinero! El caso asume un ribete impensable cuando Maigret descubre el cadáver de una mujer decapitada y en el espejo del cuarto, la palabra "Cécile". Acto seguido, al tiempo que aparece el cadáver de la tía, estrangulada en su cama, Maigret descubre que la chica decapitada era una tal Gilberte Pardon, hermana de Cécile. Es cuestión de tiempo para que se encuentre el - atendiendo al título del film - previsible cadáver de Cécile. ¿De quién sospecharía el director de la policía sino del hermano desesperado? Pero Maigret ya tiene experiencia en que sus casos no son de resolución tan sencilla y, antes que arrestar al muchacho, prefiere "conversar" con un vecino de seriedad intachable, el Sr. Dandurand (Jean Brochard) descubriendo toda una subtrama - que es lo que el sospechoso desea revelar - y deduciendo todo un estremecedor trasfondo. El relato se torna absorbente pero con una pequeña dosis de acción podría haber aumentado la temperatura del suspenso. Este Maigret delgado y sin bigote de Albert Préjean (en su segunda de tres pel??culas, digno precedente del Maigret de Jean Gabin) brinda un retrato acertado del sabueso fanático de las pipas, a veces iracundo, pero siempre dado a sentarse a conversar con sus sospechosos para que, tras la fachada perfecta del criminal, surja el ser humano cuya psicología le permita encontrar la evidencia incriminatoria. El veteranísimo Maurice Tourneur (a la sazón con más de treinta años de carrera) cumple de oficio la labor de desplegar el caso con toda minuciosidad e interés en base a los di??logos y a pocos pero vigorosos personajes que, con el aditivo de la exposición de la hipocresía de la clase media francesa y los citados detalles morbosos, permite mantener vivo el entramado narrativo. Los dislates del adjunto de Maigret, las bromas que le gastan a Maigret acerca de la insistencia de Cécile por entrevistarse con él y el simpático decomiso de una bicicleta doble en la que Maigret y uno de los testigos tratan de llegar a tiempo al pueblo de La Rochelle, implican un leve matiz cómico para este Maigret de la década del '40 lanzado por la polémica Continental Films, afiliada a la germana Tobis y - por ende - funcional durante la época de la Francia de Vichy. [Cinefania.com]
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