Reseña crítica: Así como Occidente tiene a su Infierno dantesco, el Japón milenario tiene sus antros subterráneos donde los pecadores son eternamente torturados. El estudiante Shiro Shimizu (Shigeru Amachi), sensible pero algo pusilánime, está comprometido con Yukiko (Utako Mitsuya), hija de su profesor de teología (Torahiko Nakamura). Luego de una clase magistral en que el profesor expone comparativamente las religiones del mundo según sus concepciones del Infierno, Shiro y su rebelde amigo Tamura (Yoichi Numata), atropellan sin querer a un hampón yakuza (Hiroshi Izumida). En vez de detenerse para auxiliarlo, huyen del lugar del incidente. Llevado por la culpa, Shiro lo confiesa a su novia y deciden denunciarlo, para lo cual se toman un taxi rumbo a la seccional de policía. El chofer colisiona contra un árbol y la joven Yukiko fallece. Luego del funeral, Shiro se involucra con una bailarina de strip-tease (Akiko Ono), que resulta ser la novia del yakuza muerto. Tras recibir la noticia que su madre (Kimie Tokudaiji) está agonizando, Shiro marcha a su pueblo natal, encontrándose a su padre (Hiroshi Hayashi) conviviendo con una geisha (Akiko Yamashita) bajo el mismo techo. En el pueblo también se encuentra con una serie de personajes, un pintor, su hija, un periodista, un detective, un doctor, todos con viejas culpas o directamente fraudulentos y corruptos. Tras una orgíastica celebración, todos estos personajes fallecen, asesinados o intoxicados por pescado en mal estado, dando paso al segundo y más rico segmento del film, presidido por Lord Enma, el soberano del Averno (interpretado sin acreditar por el veterano Kanjuro Arashi), que dictamina las sentencias de uno y cada uno de los espíritus humanos que descienden para comparecer. Las tensas y cruentas secuencias de torturas están matizadas por melancólicas imágenes de enormes ambientes cuyos horizontes están permanentemente difuminados como, por ejemplo, el infierno de los niños que murieron antes que sus padres. A mitad de camino entre el terror tradicional de la notable TOKAIDO YOTSUYA KAIDAN (Historia Sobrenatural de Yotsuya en la Región de Tokai-1959) y el terror pop de ONNA KYUKETSUKI (Lady Vampire-1959), el realizador Nobuo Nakagawa aporta una pintoresca e intensa variación de dichos títulos previos de su filmografía. Por momentos, el film se vuelca a lo teatral y a la acción sugerida aunque en ciertas secuencias infernales la degradación de los castigos y la opresión psicológica cobra ribetes propios de los grandes cineastas. El resultado final, algo deslucido pero de ninguna manera mediocre, se vio dinamitado por la una recepción crítica negativa que se encadenó con el cierre del estudio Shintoho ("la nueva Toho") luego de 14 años de operaciones. A medio siglo de su estreno, el film es una digna "rara avis" del cine fantástico que no tiene precedentes ni deja secuelas en su época salvo hasta décadas más tarde cuando los realizadores toman como norma salirse de lo formal más que limitarse al molde genérico. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com:
Yoichi Numata
