Reseña crítica: Un doctor persuade a su paciente de hipnotizarla para descubrir una vida anterior y así poder encontrar un tesoro perdido, que es custodiado por una sorprendente momia. La momia secuestra a la chica y mientras la lleva por una calle, es atropellada por un conductor. El desenlace no se ve en la película sino que... ¡aparece publicado en un diario! El origen de este ilógico collage se halla en México, cuando Rafael Portillo rueda LA MOMIA AZTECA (1957), que dio pie a una saga de tres títulos. En 1963 Jerry Warren compró los derechos para el mercado televisivo de los Estados Unidos, pero su intención no era emitirla tal como estaba. Así que quitó unos 45 minutos del dinámico metraje original y lo reemplazó con ¾ de hora de interminables charlas entre científicos y periodistas, todos insertados lo más artificialmente posible. La primera escena es elocuente: una charla entre dos intérpretes separados por un escritorio con la cámara fija que dura la friolera de ¡8 ininterrumpidos minutos! Luego se limita a intercalar momentos culminantes del film mexicano con narración en off que explica los hechos como un flashback. La última escena tal vez sea la más valiosa cinematográficamente hablando: la cámara enfoca un tacho de basura y se imprime la palabra "The End". El montaje y puesta en escena de Warren son altamente chapuceros y el contraste con el realizador mexicano hace que Portillo - artesano no muy relevante - quede como un maestro del cine. Como guionistas responsables del bodrio, Warren acreditó a los mexicanos Gilberto Martínez Solares y Alfredo Salazar pero anglosajonizando sus nombres como "Gilbert Solar" y "Alfred Salimar". Por último le cambió el nombre al director de fotografía original, Enrique Wallace, y lo convirtió en "Richard Wallace" y se adjudicó el montaje, la producción y dirección. Al igual que el Mel Gibson de APOCALYPTO (2006), Jerry Warren trocó las gens originales, convirtiendo a un azteca antiguo en maya. Para más información de los experimentos de Warren con películas ajenas ver THE FACE OF THE SCREAMING WEREWOLF (1965), pero teniendo a mano pastillas de carbón. [Cinefania.com]
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