Reseña: Un policía especializado en crímenes sexuales, Adam Rourke (Robert Winston) viaja a Manila, convocado por el jefe de policía (el rollizo Vic Diaz), para prestar ayuda en la resolución de una violenta serie de asesinatos. Hay algunos pasos de romance entre el detective y una joven (Judy Dennis), hermana adoptiva del jefe de policía, que se torna en culebrón a raíz de estériles discusiones y eventuales peleas que incluyen castañazos y violencia contra muebles. Antes y durante, el protagonista se dedica a conversar intensamente. Haciéndose pasar por periodista, se infiltra en el Barrio Club, dedicándose a indagar pistas pero también despachándose con chistes y chascarrones. El dueño del Club, Calderon, se comporta de manera extraña atrayendo, tras una escena de baile exótico, la atención del sabueso americano. También la artista estrella del lugar, una rubia supuestamente peruana que porta extraños brazaletes de una cultura antigua, podría estar implicada. Tras varios soliloquios más, surge la idea de que los asesinatos (de los cuales la película no muestra ni uno solo) pueden ser causados en pos de algún tipo de ritual o ceremonia sangrienta. Un ser monstruoso, definido por estudiosos como "bubblegum faced monster", se dedica a drenar la sangre de las víctimas. Coproducción filipino-norteamericana que tuvo el mérito de adelantarse a la famosa serie cormaniana de "Blood Island", pero que lo descapitalizó al estrenarse tardíamente en 1971 (cuando la citada serie era un hit). [Cinefania.com]