Reseña crítica: Una joven sube las escaleras y va directo a su recámara. Como en todo buen film de "glamour" de Harrison Marks, de un solo intento se quita todo su vestuario victoriano y queda como Dios la trajo al mundo. Se sienta en un sofá, se estira, se apresta a dormir, se peina, se acuesta. Afuera, un tal Conde Drácula III sale de su sepulcro y va directo a la recámara en cuestión. Por medios mesméricos, hace levantar a la damisela, procede a vampirizarla y la conduce a su bóveda privada (convenientemente poblada de telaraña y niebla al ras del piso). ¿Podrá salvarse del Nosferatu? ¿Y el vampiro de ella? Atento a las tendencias del mercado, además del sólido componente epidérmico, Marks nos ofrece un borbotón de sangre digno de un film gore. Fiel a su estilo, a pesar que toda la trama es un sueño de la carnosa protagonista, hay un detalle que siembra la duda y… ¡Harrison Marks lo ha hecho de nuevo! [Cinefania.com]
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