DESALMADOS EN PENA (1954)

Dirigida por:
Leo Fleider
Protagonizada por:
Rafael Carret
Jorge Luz
Zelmar Gueñol
Guillermo Rico
Juan Carlos Cambón
Estudios: AAA (Prod.)
País: Argentina
Estreno: 27 de Enero de 1954
Duración: 71'
Género: Terror

Reseña crítica:  Sin contar CUIDADO CON LAS IMITACIONES (1948), en que aparecían bajo el ala del Ted Healy argentino, Tito Martínez del Box, los (Cinco) Grandes del Buen Humor son poseedores de una filmografía compuesta por una docena de largometrajes, más que los célebres Hermanos Marx y que los Tres Chiflados (para citar agrupaciones cómicas de número mayor a dos integrantes). Ignorados en la actualidad o subestimados por su legado cinematográfico, entre la variedad temática que cubrieron figura, ¿cómo no?, un relato de ciencia loca e hipnotismo en una estancia, digno precedente del RE-ANIMATOR (íd-1985) de Stuart Gordon, que se tituló DESALMADOS EN PENA.  
  Un buen día cuatro porteños poco amantes del trabajo se largan al campo, donde un amigo (Guillermo Rico) está como capataz de estancia. Creyendo que les iba a venir bien para descansar – vaya a saber de qué – al llegar resulta que la cosa no es como parecía y, tomados como peones, deben trabajar de sol a sol. En tanto Guillermo se dedica a flirtear con la secretaria del patrón, la escultural Eva Flores, los Grandes reciben el encargo de atrapar los gatos que merodean por la noche. Husmeando por la finca, descubren accidentalmente a un científico (Francisco López Silva) que se dedica a matar gatos para luego reanimarlos con una sustancia de su invención: la resurrexilina. Como si esto no fuera poco, se percatan que el patrón (Lalo Malcolm, ofreciendo el canon de gesticulaciones del perfecto villano folletinesco) subyuga a Eva bajo sus poderes hipnóticos y la obliga a atraerlo a Guillermo para que sea objeto de nefastos planes. En el afán de evitar que el amigo caiga en desgracia, los Grandes se disfrazan de todo tipo de personajes: primero son académicos de fuerte acento extranjero que se entreveran con el científico loco para sacarle información; luego son gitanos o instaladores de teléfono que se aprovechan para ingresar en la casa y estar al tanto de las maquinaciones del patrón. El desenlace, de acuerdo al dogma establecido por Hollywood que tanto Abbott y Costello como Lewis y Martin respetaron en sus desventuras truculentas contemporáneas, ocurre en el sótano donde tiene asiento el laboratorio secreto con los Grandes atrapando a los villanos y demostrando –en inesperado giro– la manipulación del patrón para perjudicar al científico y quedarse con la propiedad.  
  Tal y como en el resto de sus films, la gracia de DESALMADOS subyace en la espontaneidad y química que se da entre los Grandes, en especial Rafael “Pato” Carret, Jorge Luz, Zelmar Gueñol y Juan Carlos Cambón, que comparten más escenas entre sí mientras Guillermo suple las veces de crooner e interés romántico así como héroe en silencioso apuro cuando es narcotizado y queda en estado cataléptico. Hay varias perlas y hallazgos cómicos, como el desmesurado malambo del Pato, la escena onírica entre Jorge y el Pato caracterizado de boogeyman o la prueba de la droga en un supuesto cadáver (José Ruzzo) que resulta ser un esbirro del patrón haciéndose el muerto viviente. Felizmente, el presupuesto raquítico está bien disimulado con oficio por un director concentrado en el lucimiento de los auténticos realizadores del film que, sin más, son los Cinco Grandes. ¿Qué teórico o historiador actual plantea a los Cinco Grandes como autores de sus largometrajes? Creemos que muy pocos, pero si es válido reconocer, según la propuesta de teóricos como Andrew Sarris, a Laurel & Hardy y los Hermanos Marx como autores de sus films, también los Cinco Grandes lo son. [Cinefania.com]
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