BACK TO THE FUTURE PART III (1990)

Títulos en español:
- VOLVER AL FUTURO PARTE III (Argentina)
- REGRESO AL FUTURO 3a PARTE (España)

Dirigida por:
Robert Zemeckis
Protagonizada por:
Michael J. Fox
Christopher Lloyd
Mary Steenburgen
Thomas F. Wilson
Lea Thompson
Estudios: Amblin (Prod.) Universal (Distr.)
País: EE.UU.
Estreno: 25 de Mayo de 1990
Estreno en Argentina: 5 de Julio de 1990
Duración: 118'
Género: Western

Reseña crítica:  A 25 años de su estreno todavía quedan cinéfilos que discuten ciertas observaciones sobre el argumento del film. Que por qué no utilizar los repuestos o el combustible del DeLorean que está oculto en la mina (rta: para reservarlo hasta 1955 en que Marty lo tenga que usar) o de dónde salieron esos neumáticos que el Doc Brown usa como amortiguación si en 1885 aún no se habían inventado (rta: del propio DeLorean, para adaptarlo a los rieles)... cuando un producto cinematográfico promueve tantas inquietudes cuya explicación subyace en la lógica interna de la trama es que estamos ante un relato perenne. Cuando cuestiones mínimamente insinuadas como por ejemplo por qué el bisabuelo de Marty en 1885 está interpretado por Michael J. Fox y no por Crispin Glover (rta: porque es probable que Seamus McFly sería una identidad asumida del propio Marty) implica que la ficción ha rebasado los límites de la pantalla para convertirse en culto. Y cuando la alusión a un principio tan complejo como el cuántico (si una partícula puede tomar caminos diferentes, ambos caminos son válidos) puede ser asumido por cualquier espectador común y corriente que se familiarice con el hecho que cada viaje temporal genera una cronología paralela así como un DeLorean y un viajero alternativo (y de ahí que existan tres instancias temporales en 1885, una sin el Doc, otra con el Doc y una tercera con el Doc y Marty) el producto cinematográfico cumple un rol didáctico y doblemente valioso.  
  Ni bien el DeLorean se esfuma rumbo a su época, Marty regresa a pie y con una antigua carta entregada por el empleado de Western Union 70 años después de ser despachada por el propio Doc, según se vio en la conclusión de BACK TO THE FUTURE II (Arg: Volver al futuro parte II / Esp: Regreso al futuro 2ª parte-1989). En su misiva el Doc afirma estar viviendo en un pueblo del Viejo Oeste donde abrió una herrería y está tan contento que decide seguir ahí sus últimos años (al leer ese pasaje, el Doc de 1955 exclama: “Ahora que sé que pasaré mi futuro en el pasado, me parece una forma maravillosa de pasar mi vejez”). Como único favor, a través de esa carta, encomienda a Marty que extraiga el DeLorean oculto en una vieja mina, lo lleve de regreso a 1985 y ahí lo desensamble para evitar volver a alterar el curso de la historia. En la mina abandonada, los aventureros del tiempo encuentran el automóvil pero también una lápida con la fecha de defunción del Doc: 1885, tan solo unos días después de despachar su carta. Ahora cambia el plan, en vez de volver al futuro, Marty decide viajar al pasado para salvar la vida del Doc.  
  Sobre esta base argumental, el relato discurre de una incidencia a otra, con un ritmo febril que, durante casi dos horas de metraje, no da respiro. Ni bien llegar a destino, amenazado por indios, la caballería o incluso un desubicado oso grizzly, Marty va a parar a la granja de Seamus McFly, su bisabuelo. Al otro día se topa con el mentado “herrero” –el Doc– al que explica la historia respaldando con una instantánea de aquella lápida que oficiará como control del pretendido cambio de la historia. Como ambos personajes involucran al espectador desde el primer fotograma, cada una de sus vicisitudes, giros argumentales, posibilidades e intentos van conduciendo el interés con irresistible magnetismo. Entre un maduro interés romántico (Mary Steenburgen) y el agobiante incordio del temible Buford (Thomas F. Wilson, emulando al Liberty Valance de Lee Marvin), los protagonistas deben resolver un problema fundamental: el DeLorean está sin combustible y de no alcanzar la reglamentaria velocidad de 88 mph, no hay viaje en el tiempo que prospere. Lo intentan todo, tirarlo con caballos o cargarle alcohol de las botellas del saloon, pero nada resulta eficaz... hasta que se les ocurre una idea memorable: empujar el vehículo con una locomotora en cierto trayecto de vías muertas que conducen a un abismo. ¿Quién podría animarse a semejante suicidio si no un auténtico viajero del tiempo?  
  El relato sostiene cada una de sus premisas, por más extravagantes que sean, y el desenlace tripartito adquiere emoción y nervio en todas sus fases: el duelo a muerte en que Marty, emulando al propio Clint Eastwood, vence a Buford; la asombrosa carrera ferroviaria con un salvataje a último segundo y, finalmente, un epílogo con la destrucción del DeLorean y la reaparición del Doc en su nueva y fabulosa máquina del tiempo... ¡a vapor! Y difícil no emocionarse cuando la magia del cine opera en sus inescrutables y misteriosas maneras. [Cinefania.com]
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