TROMPADA 45 (1953)

Dirigida por:
Leo Fleider
Protagonizada por:
Rafael Carret
Jorge Luz
Zelmar Gueñol
Guillermo Rico
Juan Carlos Cambón
Estudios: Argentina Sono Film (Prod.-Distr.)
País: Argentina
Estreno: 11 de Agosto de 1953
Duración: 75'
Género: Western

Reseña crítica:  Guillermo es contactado por un representante de la RKKO para ofrecerle ir a rodar a Hollywood. En pos de generar publicidad, lo persuade de hacerlo pasar por un aristócrata ruso para lo cual necesita una cantidad de sirvientes, táctica para la cual requerirá de sus amigos, los cuatro Grandes restantes. Eso permitirá que puedan caracterizarse de cosaco (el Pato), de caballero con barba y sombrero de copa (Zelmar), de dama de alcurnia (Luz) y de mujik (Cambón). Bajo ese plan, parten a Río de Janeiro donde Guillermo se ve lógicamente atraído hacia una joven, Lía (Maruja Montes), que viaja con su tío (Carlos Cotto) y que los Grandes sospechan tratan de aprovecharse del supuesto aristócrata.  
  Tras una accidentada travesía aérea, los Grandes deben aterrizar de emergencia en medio de la frontera de Arizona. Luego de tres cuartos de hora de metraje, la inserción de una espectacular puesta en escena de danza tribal, con indios, indias, tiendas, caballos y hasta un jefe equipado con un teléfono personal es que el anárquico tono narrativo se vuelca al western. Al descender literalmente del cielo, la tribu interpreta el episodio como la venida de dioses y como tales, les rinden pleitesía y ofrecen como tributo a la hija del gran jefe, la princesa. Como no podía ser de otra manera, el escogido para unirse a ella será el Pato y la chica será, desde luego, no una beldad sino todo lo contrario.  
  La mutación genérica se completa cuando Guille y Lía, ya con ropas de cowboy, llegan, rescatan a los grandes y se los llevan a un pueblo con todos los requisitos canónicos, disparos en la calle principal, un sheriff muerto, villanos con apodos zoológicos y una trifulca en el saloon de turno en la que arremeten todos contra todos. El entuerto se explica, aunque no hacía falta, con la chica resultando ser señuelo de unos delincuentes que están tras los planos de la bomba atómica. Entre la catarata de chistes de los grandes hay referencias a Corea, guiños a los Hermanos Marx y a los Tres Chiflados y un pasaje musical de la marcha de Boca (cuando llega la caballería al rescate). El realizador se luce con la miniatura del avión en la tormenta y, luego, con la explosión del mismo. Por momentos lo cómico desborda la ténue línea argumental aunque habrá tiempo para las canciones de Guillermo, un par de escenas románticas y las desopilantes canciones del Pato y Jorge Luz, la sensación es que el filme no logra sacar provecho de ninguno de los dos ámbitos. Sin embargo, la idea de un western con elementos paródicos la tomaría poco después Film Andes para fabricar EL ÚLTIMO COW-BOY (1954) y conseguir un producto logrado. [Cinefania.com]
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