EMBRUJO EN CERROS BLANCOS (1955)

Dirigida por:
Julio Rossi
Protagonizada por:
Elisa Galvé
Rolando Cháves
Raúl Del Valle
Liana Noda
Jorge Villoldo
Estudios: Río Pilcomayo (Prod.)
País: Argentina
Estreno: 26 de Mayo de 1955
Duración: 95'
Género: Fantasia

Reseña crítica:  Recurso más que habitual en el cine norteamericano, la inserción de un fantasma fraguado es también una expresión de lo fantástico y EMBRUJO EN CERROS BLANCOS un film que, en dosis escasa y decepcionante, lo ofrece.  
  En 1953 Sir Edmund Hillary conquistó la cima del Everest. Al regarse en la opinión pública mundial, la noticia provocó en el campo fantástico un fenómeno similar al descubrimiento de Howard Carter en 1922: el yeti, o abominable hombre de las nieves, se incorporó como personaje característico del parnaso de los monstruos icónicos. Informes y reportes de huellas gigantescas ya venían desde tiempo atrás pero fue con la conquista del Everest que adquirieron suficiente relieve como para motivar varias producciones. A una adaptación televisiva de BBC (1955) y una cinematográfica de la Hammer (1957) – ambas con Peter Cushing – siguieron una japonesa de Inoshiro Honda (1955), una norteamericana de Jerry Warren (1956)... el cine argentino no podía estar ajeno a esta tendencia mundial y EMBRUJO EN CERROS BLANCOS fue su modesto intento de acompañar el fenómeno.  
  El “embrujo” en cuestión es una superstición que aleja a los campesinos de dicho lugar, bajo la supuesta amenaza de ánimas en pena o fantasmas que recorren las laderas aullando como lobos (animal que no existe en la región). Como comedia de enredos, ofrece unos cuantos: un porteño, Armando (el chaqueño Rolando Cháves), llega al lugar para instalarse en una cabaña herencia de su padre, el fallecido don Braulio. Una chica montaraz, Alicia (Elisa Christian Galvé), pastora y líder natural de los campesinos, se pone ansiosa por saber si Armando respaldará a los suyos – tal como don Braulio – o bien le seguirá el juego al abusivo don Juárez (Raúl del Valle), terrateniente de la estancia vecina Los Manantiales. El capataz de Juárez, el insoportable Peralta (Nathán Pinzón), trata de aprovecharse en todo momento de Alicia, hasta que Armando lo desanima a punta de pistola. Mientras el romance va naciendo, Peralta se dedica a asustar a los lugareños prorrumpiendo en aullidos guturales que es lo único fantasmal del film. Como broma, una ex novia de Armando (que resulta ser la hermana de Juárez), se dirige a Alicia como “la novia del Yeti”... siendo el figurado yeti el propio Armando, aislado en ese inhóspito y nevado paraje. Tras incontables pasos de comedia de los protagonistas y maquinaciones del villano, incluyendo una canción entonada por Armando, se resuelve el misterio y la pareja termina unida, con un proyecto promisorio que permitirá a los campesinos trabajar la tierra.  
  Segundo film presentado en el sistema Ferraniacolor, luego del remake de LO QUE LE PASÓ A REYNOSO (1955), según Di Núbila el “resultado cromático fue bastante pobre”. La copia vista, en riguroso blanco y negro, evita tales desniveles técnicos pero deja más al descubierto una trama compuesta de constantes idas y vueltas, enojos y desplantes, todo coronado por una resolución pueril. El último rollo, que acontece íntegramente en horario nocturno, se percibe a la plena luz del mediodía; este pequeño gran detalle impide cualquier involucramiento del espectador y respalda la escueta e ingeniosa alusión que Manrupe y Portela hacen al film en Un diccionario de films argentinos (1930-1995): “La abominable película de las nieves”. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com:

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