Reseña crítica: Un filme que da consejos, más que filme, es un amigo. Y si estos consejos, son refranes, más que amigo, es un abuelito. Un abuelito que se pasa el tiempo recordando los buenos tiempos pasados ("buenos" y "pasados" son, para el caso, sinónimos); un abuelito que se ahorra todo tipo de sutilezas y expone su mensaje de la manera más directa posible: "La despenalización del consumo de drogas está mal" y "el gran problema de la Argentina es la educación." Entendido el mensaje, la última película de Emilio Vieyra es un confuso relato que se inicia como thriller político para pasar luego al género policial. Al principio se enfoca sobre un senador (Rodolfo Ranni, en una breve pero gran sobreactuación) que sufre una descompostura y muere en su despacho. Luego, mientras la voz de ultratumba del senador se confiesa en off, un periodista (Rubén Stella) y una inspectora de la polic??a (Cecilia Narova) comienzan a investigar el porque nadie parece creer la teoría del suicidio. En el medio hay diversos arquetipos: el senador honesto (Pepe Soriano, lejos de su gran Lisandro de la Torre en ASESINATO EN EL SENADO DE LA NACIÓN, un thriller político en serio); el senador corrupto (Ricardo Bauleo, habitué del cine de Vieyra desde PLACER SANGRIENTO); el empresario corrupto (Franco Neri, del spaghetti argentino LOS IRROMPIBLES, también de Vieyra). Los permanentes errores de continuidad y las situaciones de lógica forzada parecen sugerir la comparación de Vieyra con el director norteamericano Edward D. Wood, y así lo hacen notar a primera vista, la mayoría de los comentaristas. Pero el cine usualmente de explotation de Vieyra está lejos del mundo romántico de platillos voladores, sesiones espiritistas falsas y muertos que caminan de Wood. Y la película que nos ocupa permanece fiel al tono paternalista de ese imaginario ancianito que se pasa su vejez diciendo refranes y enseñándonos a vivir. A esa postura, entre simplista y cándida, se parecen plegar no solo las cuestiones narrativas de la trama, sino también todo el elenco sin excepción. Y, de hecho, actores de gran experiencia se ubican al mismo nivel de actores nóveles que a duras penas logran decir sus parlamentos, y ninguno parece desentonar en el enfoque pintoresco y unidimensional del lánguido abuelito que representa la película. [Cinefania.com]
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