DVD:
1.
Charlie Chan Collection: Volume 3 20th Century Fox Home Entertainment (14/08/2007)
Reseña crítica: Un investigador de escritorio, el Sr. Galt (Edgar Norton), es visitado por el Cnel. Beetham (técnicamente el protagonista de este largometraje, el carismático galán Warner Baxter). Hay una discusión y Beetham se marcha ofuscado pero dejando a Galt con vida. Por la noche, una figura encapuchada ingresa y se encarga de Gault. Un sereno nocturno (el habitualmente escurridizo John Rogers) lo sigue y toma nota del domicilio del asesino. Esa misma noche, Sir George (Claude King) recibe la visita del veterano Eric Durand (Philip Strange), pretendiente de la mano de su sobrina Eve (Lois Moran) que, además de ser correspondido por ella, resulta que la noche anterior se habían casado sin consentimiento alguno. Beetham, silenciosamente enamorado de Eve, es testigo de la escena entre tío, sobrina y aprovechador. Pasan los meses y la acción se traslada a la India, donde Eve se percata de la verdad de su esposo y ruega ayuda a Beetham, en ciernes de partir para una expedición al desierto persa. De ahí pasamos a Teherán y más tarde a San Francisco, donde estos personajes, Beetham, Eve, Durand vuelven a coincidir para un desenlace que uno aguarda dará algo de participación al ansiado Charlie Chan. "Uno nunca sabe lo que se oculta detrás del telón". La frase no pertenece a ese coleccionista de aforismos, el sagaz Charlie Chan, sino al comisionado de Scotland Yard Sir Frederick (el flacucho Gilbert Emery), que se percata que las sandalias chinas encontradas junto al cadáver no pertenecían al occiso sino al Cnel. Beetham y comienza a seguir su pista, así como la de Durand, por todo el mundo. Esta rareza de hora y media de metraje fue dada por perdida durante décadas hasta hace pocos años en que una acertada edición de la corporación Fox permitió al aficionado un increíble viaje a la época de las películas "talkies". Esas que, debido a infinidad de inconvenientes - que las cámaras, que los micrófonos y que los discos sincronizados-, consistían en extensas secuencias de puro diálogos que incluso daban a conocer incidentes reemplazando así -teatral o literariamente si se quiere- el concepto mismo del cine, es decir la narración audiovisual, con la palabra. Solo bajo esta premisa es que uno puede digerir los incontables llamados telefónicos entre personajes y los incesantes minutos de diálogo tenso y melodramático entre Warner y la varonil Lois Moran en el interior de una tienda de campaña. Pero dado que "talkie" también puede significar "pre-code" (neófitos tomen nota de la equivalencia) el director Irving Cummings nos ofrece una justa y digna compensación con la impensable escena entre Durand y su criada nativa (Mercedes de Valasco), que sugieren una ardorosa relación sexual tan solo con una rebuscada e impúdica caricia. Más adelante, en una furibunda discusión entre Durand y su esposa, la excitación de la escena provoca que ella se le pongan duros los pezones... ninguna de estas secuencias serían posibles si este largometraje se hubiera filmado tras la instauración del célebre código Hays. A todo esto, los aficionados al terror clásico tienen uno o dos minutos de Boris Karloff como criado nativo de Warner Baxter, incluso dejándole a su patrón un proverbio valioso: "El desierto quita y el desierto da". ¡Ah! Cierto que estamos frente a una adaptación de la novela de Earl Derr Biggers acerca de Charlie Chan, y es recién en el último rollo que hace su aparición un Chan poco fotogénico (el redondeado E.L. Park), a quien se le permite un honorable diálogo con Sir Frederick y, con un par de tiros, resuelve todo (pero fuera de cuadro, claro está). [Cinefania.com]
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