Reseña crítica: Un grupo de turistas europeos pasean por la India y se detienen cerca de un famoso árbol en que Buda meditó durante 45 días y sus noches. Un anciano se les acerca y les cuenta la historia que a través de un gran flashback, compone casi la totalidad del filme. La trama nos retrotrae al antiguo reino de Suddodhana (Sarada Ukil), cuya reina (Rani Bala) se queja de su aparente esterilidad. El rey convoca una búsqueda de un heredero a través del extraño método de hacer circular un elefante sagrado por las calles de la ciudad y que el paquidermo seleccione él mismo una criatura. Como si fuese alentada por la procesión, la reina termina dando a luz una criatura (la película no nos muestra período de gestación alguno y nadie se hace preguntas sobre la paternidad del rey). Antes de pasar a la madurez de Gautama, asistimos a la muerte de la reina, enterrada en una lluvia de pétalos de flores cuya explicación va más allá del discurso del filme o bien de lo que los sabios asistentes del rey pueden interpretar. Ya maduro, Gautama (Himansu Rai) da muestras de una sensibilidad especial, especialmente frente a su primo Devadatta (Prafulla Roy). El punto de inflexión llega cuando el rey sufre una pesadilla en que observa un toldo que se quema y un trono vacío. Un anacoreta interpreta el sueño y el consejo de los sabios es terminante: Hay que ocultar toda visión de mal, muerte y enfermedad a los ojos de Gautama. La presencia de una o varias doncellas podría ayudar en la maniobra. Pronto Gautama queda encerrado en un palacio junto a una hermosa princesa (Seeta Devi), donde goza de todos los placeres de la vida. Pero el conflicto surge cuando decide salir al exterior, encontrándose con que el mundo es un lugar cruel y difícil. Esto le lleva a tomar la decisión más importante y compleja de su vida, que la trama de la película no termina de fundamentar (al menos en lo espiritual). El tono del filme (al menos la versión que ha llegado a nuestros días) está más lejos de cualquier misticismo auténtico que de una visión estilo "El Mundo Pintoresco", con una fidelidad fotográfica en lo visual pero no muy profunda en sus motivaciones. Inspirada en "The Light of Asia" (1861), novela orientalista de Edwin Arnold, el filme nos ofrece un Buda más cristiano que budista, invirtiendo más tiempo en su vida como joven príncipe que como filósofo exaltado forjador de una religión. Teniendo en cuenta que la película parece haber sido más destinada a un público occidental, es un válido intento, impecable en lo técnico, que deja un interesante precedente en las relaciones cinematográficas entre el cine alemán y el Oriente Milenario. [Cinefania.com]
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