Reseña crítica: El 17 de septiembre de 1939 las fuerzas del Ejército Rojo invaden Polonia. Han pasado poco más de dos semanas de que la Wehrmacht invadió y batió al ejército polaco y esta nueva invasión implica la anexión del territorio polaco, por partes iguales, a Alemania y la Unión Soviética. Ese día se inicia la narración de esta película que sigue la suerte de varias mujeres cuyos hermanos, maridos, suegros o novios, todos integrantes de las fuerzas armadas, son capturados por los invasores. En el caso de los oficiales polacos, son deportados a la Bielorrusia, donde son retenidos en un campo de prisioneros durante unos meses. Luego, de repente, las familias de los prisioneros no tienen más noticias de sus seres queridos. El tiempo pasa. En 1943 la prensa alemana difunde mundialmente la noticia de que en el bosque de Katyn se encuentran varias fosas comunes de donde se extraen los cuerpos (preservados por el frío) de miles y miles de oficiales polacos ejecutados por el Ejército Rojo durante abril de 1940. Indistintamente, sean responsables los nazis o los comunistas, se informa una lista de víctimas en la que no figura el nombre del Capt. Andrzej (Artur Zmijewski), marido de Anna (Maja Ostaszewska). Esto enciende una esperanza que más tarde es amputada por el regreso del Tte. Jerzy (Andrzej Chyra), ahora convertido en Mayor, quien informa a Anna que Andrzej ha muerto y que ha sido erróneamente identificado por un pullover que Jerzy le prestara durante el cautiverio. Con el final de la conflagración mundial, un gobierno comunista íntimamente alineado con el Kremlin se declara en Polonia, y se prohibe cualquier tipo de investigación o la sola mención del término "Katyn". ¿Cómo afrontan la masacre los familiares y algún que otro superviviente? Esto es lo que el insigne Andrzej Wajda trata de mostrar a través de la que podría considerarse la primera película inspirada en este hecho poco difundido de la II Guerra Mundial. La reconstrucción de época es vívida y los actores realizan convincentes composiciones de sus personajes. El broche de oro consiste en una reconstrucción dramática y sin mayor música que los estampidos de las balas y las plegarias de las víctimas de lo que debieron ser los atroces ejecuciones de Katyn, en que perdieron la vida unos 10 mil oficiales de las fuerzas armadas polacas. Wajda se aleja del alegato antibelicista, mostrando en cambio al Ejército Polaco como un grupo de caballeros luchando bajo reglas morales y percepciones del honor una guerra que carece de toda moral y todo honor. El director carga sus tintas por supuesto contra el nazismo y el comunismo, pero evita ofrecer ninguna bajada de línea para el gobierno polaco en el exilio, que durante el período 1943-1945 renunció a recurrir a la Cruz Roja Internacional para investigar el crimen y reanudar las relaciones diplomáticas soviético-polacas (rotas tras el anuncio de Radio Berlín). La polémica continúa en nuestros días, con la negativa de Moscú a reconocer Katyn como genocidio o siquiera crímen de guerra, pero esa, evidentemente, es otra historia. [Cinefania.com]
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