Reseña crítica: Así como el Japón ensalzó en la recordada HADAKA NO SHIMA (La Isla Desnuda-1962) - ese magnífico film de Kaneto Shindo- el laborioso sacrificio de una familia en pos de vivir de la tierra, Corea no podía ser menos y expone en este modesto pero sólido slasher rural una suerte de reflejo grotesco de esa Isla Desnuda. La trama comienza con el viaje de Hae-Won (Ji Sung-Won) que, por complicaciones laborales, sale de Seul rumbo a una isla donde pasó parte de su infancia. En la isla vive su amiga de niñez, Bok-Nam (Seo Yeong-See), que se ha pasado largo tiempo escribiéndole a Hae-Won para que vaya a visitarle sin recibir la menor respuesta de su supuesta amiga. Al llegar a la isla Hae-Won nota que la piel de su amiga, así como también del marido y cuñado de ésta, abuela y tías, es de un color zanahoria fuerte (ellos explican que el agua de Seul provoca el blanqueamiento de la piel). No pasa mucho tiempo que se plantea el conflicto, el férreo dominio de la antipática abuela sobre la voluntad de todos; la agresiva conducta del marido de Bok-Nam, que permite que su hermano retardado la viole mientras él hace traer una prostituta de tierra firme para evacuar sus pulsiones no resueltas; y la peligrosa tendencia de la hijita de Bok-Nam a querer pintarse las manos y los labios para agradar a su padre - que hace temer a Bok el peligro de abuso. La única chance de salir de ese infierno es Hae, pero ella se niega a ayudar y hasta desconfía de que tal situación sea real. El clima opresivo estalla y como buen slasher, el estallido es sangriento y no tendrá freno hasta los títulos de crédito. La trama está llevada todo lo metódicamente posible como para justificar mínimamente las conductas y reacciones exageradas de los isleños y de la propia Bok-Nam. El denso y túrgido componente psicológico de los personajes está supeditado a que sea catalizado por la sangre derramada y los aficionados a dichos espectáculos no quedarán para nada insatisfechos. [Cinefania.com]
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