Reseña crítica: Como thriller es uno modesto. El realizador, ora por cuestiones presupuestarias ora por no caer en el sensacionalismo, desaprovecha oportunidad de ofrecer una secuencia memorable con el episodio de la voladura de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Sin embargo, el cauce del relato conduce a un desenlace impactante que, a la manera de los buenos ejemplos del género, logra una cúspide de suspenso a puro machete y balazos. La trama se inicia en el pasado como intento de justificar las motivaciones de los dos protagonistas. El niño Ahmed es testigo de la ejecución de su padre por parte de un terrorista con un reloj de oro. En tanto el niño David es testigo de la muerte de su hermano soldado a causa del atentado suicida de un hombre-bomba. Décadas más tarde, Ahmed (Mohammed Alkhaldi) se ha convertido en uno de los más capacitados soldados del brazo armado de Alá al punto que, siendo una "celula dormida", vive como valioso cirujano en Caracas donde, además de emparchar y salvar vidas, ha formado una familia con esposa e hijo incluido. Por su parte, David (Vando Villamil), agente de tiempo completo para el Mossad que opera en Buenos Aires (no queda claro si oficial, clandestinamente o una combinación de ambas), está obsesionado con las caripelas que decoran su oficina, el árbol que vincula jefes con subalternos y sicarios del terrorismo internacional que opera en Latinoamérica. Hace un par de años ha sido testigo de la voladura de la Embajada de Israel en Buenos Aires y hay reportes que revelan que pueden ir esperando un nuevo golpe. Así que, prolijamente somos testigos de la maquinaria tras dichos organismos antagonistas, con las fases del reclutamiento efectivo de Ahmed con su viaje a Buenos Aires y alojamiento en un tugurio clandestino o las frecuentes entrevistas entre David y un comisario de la policía federal (el nuevo Lito Cruz, César Troncoso) a quien extrae información a cambio de dólares. Pero claro, como es un hecho histórico, David no podrá evitar el segundo atentado que significa 85 vidas. El "no hay dos sin tres", saber popular que también rige para la eterna guerra de Medio Oriente, implica que habrá un nuevo atentado... especialmente estando Ahmed en Buenos Aires y listo para dar el golpe para el cual ha estado preparándose toda su vida. David es relevado por su jefe (Rogelio Gracia) y se obsesiona con el caso y se dedica a interrogar y ultimar a un anciano árabe que brinda jugosos datos. ¿Podrá al fin evitar el atentado? Una notable persecución a través de los techos de una vecindad, el claustrofóbico encierro en el aguantadero de los terroristas, las referencias duales y contrastes en las vidas de los dos protagonistas - ambos férreos guerreros por sus ideales y tremendamente religiosos - y varios diálogos con ricas connotaciones socio-políticas ofrecen digno interés para mantener un relato cuyo registro genérico cambia sutilmente entre el testimonial y el thriller político, entre la denuncia y el espionaje. Convenientemente realizada en Venezuela (al no ser una industria independiente, el cine argentino aún no está preparado para llevar a la pantalla temas polémicos de actualidad), el film sufrió un boicot considerable por parte de fanáticos sensibles. En consecuencia, el thriller cinematográficamente modesto cobra una nueva dimensión cuando el espectador en la sala se percata que el tema siempre irritará sensibilidades de ambos rivales, lo cual - dependiendo de qué tanta paranoia se contagie de los personajes de la pantalla - puede significar adrenalina extra ante la idea de un nuevo atentado. [Cinefania.com]
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