Reseña crítica: 1961: Luego del desastroso intento de invasión en Bahía de los Cochinos, el directivo de la CIA Edward Wilson (Mark Damon) se replantea cuestiones de envergadura que tienen que ver con su pasado, presente y futuro. A partir de ahí se inicia un largo proceso de flashback al estilo de la serie KUNG FU, en que cada hecho del presente tiene un recuerdo en el pasado. La acción se retrotrae al momento durante 1939 en que un Edward Wilson adolescente se inicia en la Fraternidad Skulls-Bones, siendo uno de los requisitos el contar una intimidad, que resulta consistir (a través de nuevo flashback) en el suicidio del padre de Edward (Timothy Hutton) y el ocultamiento por parte del niño de la carta explicatoria. Este será (queremos creer) el símbolo que explique la película entera, es decir, la ambiguedad de aquel secreto tan celosamente guardado que, al revelarse, termina siendo irrelevante y decepcionante. La película se mantiene a través de flashbacks que recorren los años '40, la II Guerra Mundial y las actividades de Edward en Inglaterra, el ingreso en la Oficina de Servicios Estratégicos (O.S.S.) que luego se convertiría en la famosa CIA, los años '50 y el apogeo de la Guerra Fría, las intrigas y el sórdido mundo de los agentes secretos. La película se toma todo el tiempo del mundo en desarrollar su trama, cayendo en momentos de sopor (especialmente entre el minuto 45 y 60) pero logra remontar una narrativa densa que se esfuerza más en la prolijidad de sus intercambios temporales que en el dinamismo de la trama, hasta lograr algunos momentos de tensión válida, como el violento interrogatorio del "falso" Valentin Mironov y, más tarde, el enfrentamiento entre Wilson y el "auténtico" Valentin Mironov con un violín de por medio. Hay unas pocas líneas de diálogo que postulan temas similares a los que desarrolló con notable éxito un viejo filme de Martin Ritt, THE SPY WHO CAME IN FROM THE COLD (Alto Espionaje-1965), sobre la crueldad de un sistema donde los agentes son fusibles que se descartan ante el mínimo problema. Pero el mayor caudal del filme parece apuntar hacia otro rumbo. En una escena Wilson notifica a un empresario ítalo-norteamericano (Joe Pesci) que puede llegar a ser deportado. "Nosotros los italianos", dice el personaje de Joe Pesci, "tenemos nuestra tierra y nuestra iglesia, los irlandeses tienen sus bebidas, los judíos sus tradiciones, hasta los negros tienen su música, pero uds., Mr. Wilson, ¿qué tienen ustedes?" a lo que Wilson responde: "Nosotros tenemos a los Estados Unidos, y uds. están de visita". Tal diálogo (un poco inconexo para un filme de espionaje) parece tentarnos a suponer que la película es en verdad una épica mafiosa. No se trata simplemente de comparar agentes secretos con mafiosos, sino postular que las reglas que rigen el mundo del crimen organizado también se aplican al espionaje internacional. Tal vez el director Robert De Niro se esfuerce demasiado en evidenciar esta postulación, con un Edward Wilson desoyendo y mintiendo a su esposa (Angelina Jolie) o viendo, contra su deseo, a su propio hijo (Eddie Redmayne) involucrándose en problemas de espionaje, en no tan velada alusión a los filmes de Francis Ford Coppola, THE GODFATHER (El Padrino-1972) y THE GODFATHER II (El Padrino II-1974). El resultado final, sin embargo, no goza de tanta claridad y sufre de un importante excedente de metraje. [Cinefania.com]
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