DVD:
1.
Charlie Chan Collection: Volume 3 20th Century Fox Home Entertainment (14/08/2007)
Reseña crítica: La estrella de la pantalla plateada Shelah Fane (Dorothy Revier) hace viajar desde Hollywood a Honolulú al misterioso Tarneverro (el querido Bela Lugosi), su místico de cabecera, para consultarle sobre si le conviene o no casarse con Alan Jaynes (William Post Jr.), un joven trotamundos que conoció en el vapor rumbo a Hawaii, donde Shelah tiene que actuar en una película. Con el antecedente de un amante asesinado, Shelah no quiere repetir la traumática experiencia, y sale del consultorio decidida a no contraer matrimonio compartiendo tal resolución con su amiga y protegida Julie O'Neill (Sally Eilers). En tanto su ama de llaves Anna (Violet Dunn) le trae unas orquídeas enviadas por el actor Robert Fyfe (Victor Varconi, el Liam Neeson del cine alemán), respetado adalid teatral que se está presentando también en Hawaii y que tiene el parentesco de ser ex marido de la víctima. Esa noche Julie y su prometido Jimmy Bradshaw (un jovencísimo Robert Young) encuentran en cadáver de Shelah, que ha sido apuñalada en el corazón. Llega Charlie Chan (Warner Oland, acertado y fluído), inspector de la policía de Honolulú, y se pone a recaudar pistas mientras cita refranes como este (que da título a la película, claro está): "la Muerte es un camello negro que postra sin avisar en cualquier puerta". Habiendo mencionado a los sospechosos que tendrá que interrogar, Chan se hace asistir por un japonés medio tontuelo, Kashimo (Otto Yamaoka), que cumple un acertado comic-relief que realmente alivia la intensa y constante evaluación de pistas, coartadas y actitudes extrañas de los sospechosos. El caso es suficientemente complicado y tiene como precedente el asesinato de un galán del cine mudo, Denny Mayo, ocurrido tres años atrás. Desde luego, Chan resuelve el antiguo crimen de Mayo, el de la diva y el de uno de los sospechosos -que cae muerto por la típica causa de saber demasiado- cada uno a su debido tiempo y blandiendo a cada momento unos adagios que provocan las iras de los sospechosos. Entre una y otra cosa, surge la duda de que si Denny Mayo era hermano del místico y se le parecía bastante, ¿cómo es que Shelah no se percata de tal parentesco? Pero como el director Hamilton McFadden, competente artesano clase B+ de la década del '30, mantiene incesante ritmo que lo lleva a despachar sus fotogramas en hora y diez de metraje, se hace difícil advertir esa y alguna otra inconsistencia lógica. La trama fluye como agua en diversos escenarios de las paradisíacas islas, tanto interiores como exteriores; de hecho el carretel inicial, con una especie de travelling enfocado en unos surfistas nativos, nos adelantan un realizador preocupado por que su misterio y el interés del espectador surfeen a través de la historia y no que se arrastren (como sucede con varios thrillers contemporáneos). Bela Lugosi se luce en cada dueto con Oland y hasta Dwight Frye - de fama Universal - tiene sus momentos. Con lo cual, McFadden no solo revela su interés por la trama sino también por lucir a sus intérpretes. Y ese acierto serviría para establecer un standard que Fox seguiría a rajatabla durante más de una década, hasta entrada la guerra, con la friolera de 26 películas del mismo personaje. [Cinefania.com]
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