Reseña crítica: El Mayor Sholto (Herbert Lomas), al mando de una cárcel en las Islas de Andamán, descubre que el asesino convicto Jonathan Small (Graham Soutten, luciendo ideal para su personaje debido a su pierna de palo) conoce la ubicación exacta de un tesoro que perteneció a un rajah indio. Estudiando el mapa, en que una de las claves es "el signo de los cuatro", Sholto y su camarada, el Capitán Morstan (Edgar Norfolk), marchan al lugar indicado y encuentran el tesoro. Sin embargo, la codicia mueve a la tragedia y Sholto asesina a Morstan, quedándose con todas las piedras preciosas y marchándose a Inglaterra. Años más tarde, el resentido Small se fuga de prisión con su secuaz, Meade (el grandulón Roy Emerton), y se propone vengarse no solo del traicionero mayor Sholto sino de sus hijos. Temiendo la anunciada venganza, Sholto se entera del escape de Small y convoca a sus dos hijos, Thaddeus y Bartholomew (Miles Malleson y Kynaston Reeves). Antes de poder revelar el escondite del tesoro, Sholto sufre un colapso letal al observar el rostro de Small a través de la ventana. Para demostrar buena voluntad, los Sholto contactan a la hija de Morstan, Mary (Isla Bevan), enviándole un valioso collar de perlas que era parte del tesoro. La joven solicita protección al sagaz Sherlock Holmes (Arthur Wontner) y a su leal Watson (Ian Hunter), que se ponen tras la pista de los criminales y el diminuto sicario que utilizan para cometer sus delitos. Entre un par de disfraces que utiliza para camuflarse entre los parroquianos de un bar portuario y una feria de diversiones, los chispeantes intercambios con el inspector de turno del Scotland Yard (Gilbert Davis), y una climática pelea a trompadas con Small, Arthur Wontner tiene chance de ofrecer nuevos matices de su personaje, a juzgar por los expuestos en su primera incursión holmesiana, THE SLEEPING CARDINAL (1931). Por su parte Ian Hunter se luce como un Watson jovial y viril, bien capaz del romance o de trabar combate cuerpo a cuerpo. Aún así, extrañando los anteriores Watson y Sra. Hudson - Ian Fleming y la regordeta Minnie Rayner, que volverían en la siguiente incursión de Wontner, THE TRIUMPH OF SHERLOCK HOLMES (1935) - tenemos dos o tres secundarios muy acertados en sus personajes, especialmente el mala entraña Graham Soutten y el dócil y amanerado Miles Malleson. Tras competir satisfactoriamente con otros Sherlocks (Robert Rendel y Raymond Massey), Arthur Wontner fue el único de los tres que se mantuvo interpretando a Holmes durante gran parte de la década. A su popularidad contribuyó el realizador Graham Cutts (recordado por todos los admiradores de Alfred Hitchcock debido a que lo tuvo como asistente de dirección en varios títulos silentes), aportando ritmo y dinamismo. Si bien es cierto que Conan Doyle aportó en su novela unos cuantos elementos visuales y de acción propiamente cinematográfica, el director supo volcarlos en una digna persecución en lancha y un comprometido uso de tomas aéreas para la emboscada final al escondite de los facinerosos. [Cinefania.com]
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